Artículo publicado por ATTAC
Presiento que de nuevo resurge la esperanza, en el panorama internacional la ciudadanía toma conciencia como tal de su capacidad para manifestar su descontento y exigir cambios necesarios hacia la democracia, entendida como no podía ser menos como soberanía popular, como el gobierno del pueblo.
Y es que el pueblo, como legítimo depositario de soberanía, es suplantado sistemáticamente por una diversidad de poderes que lo relegan bien a la sumisión a monarcas y dictadores de turno o bien a la pasividad y delegación colectiva en unos representantes que en la mayoría de ocasiones no lo representan y que, anteponiendo sus intereses partidistas al interés general, sirven o se alían con aquellos que realmente ostentan el poder fáctico, los poderes económicos. Sin embargo en una auténtica democracia el poder político habría de velar porque los ciudadanos fuesen libres e iguales, dotando a las estructuras y leyes del Estado de instrumentos de equidad y mecanismos redistributivos para ello y promoviendo en la sociedad la solidaridad como medio de constituir una auténtica comunidad política más allá de los intereses particulares, especialmente los de los poderes económicos que son los que a través de instrumentos como la financiación de los partidos y programas de los gobiernos y de los medios de persuasión masiva, mueven los hilos de poder.
Islandia, Egipto o Túnez nos muestran un camino, la rebelión pacífica en las calles, y es que todos los regímenes sujetos al arbitrio de tiranos o de una minoría basan su dominio en la pasividad o el miedo de los ciudadanos y la única forma de plantar cara es perdiendo el miedo y movilizándose la ciudadanía, de la misma forma que ya lo está haciendo en países formalmente “democráticos” como Gran Bretaña, Francia, Italia o EE.UU en Wisconsin y Ohio. Aquí hemos de observar que cuando en las democracias formales las diversas oligarquías políticas que se turnan en el ejercicio de gobierno están sujetas a los designios de los poderes económicos, estas oligarquías no representan al pueblo, sino a una plutocracia local y/o global que a través de la presión que ejerce sobre los diversos gobiernos y mayorías parlamentarias ostentan el poder real.
Si como ya es comúnmente conocido, las democracias formales están sujetas a la tiranía de los mercados o sea de la Banca internacional y las empresas transnacionales. La ciudadanía habrá de globalizar las resistencias contra este poder de los mercados, saliendo a la calle en todos los países y no votando a aquellos que han ”hecho la cama” para que los mercados financieros hayan tomado el poder. En Europa los políticos en los gobiernos, bien del grupo socialista o del grupo popular, ha sido lo que han hecho, mediante la firma del Tratado de Lisboa han “hecho la cama” al capital y nos toca a la ciudadanía dormir en el suelo, en el suelo del paro y muchos a la intemperie, sin perspectivas de futuro y como esto siga así pronto totalmente desprotegidos y sin derechos.
Pero los ciudadanos y ciudadanas despiertan ya, no están dispuestos a no ser sujetos de derechos, a no poder participar políticamente y exigen más y mejores cauces democráticos, construir una auténtica democracia participativa y garantizar derechos sociales fundamentales que supongan una vida digna para todos y todas. Por eso hay que salir a las calles, manifestar nuestra indignación con la clase política, castigar a los corruptos y a los validos de los poderes económicos en las elecciones. La democracia no ha de significar necesariamente el menos malo de los sistemas políticos como profetizó Sir Winston Churchill. La democracia significa la construcción del sueño humano de libertad, igualdad, justicia y convivencia. Por eso el votar al menos malo siempre entraña el riesgo de que en el ejercicio de gobierno se vuelva peor, en democracia el voto se ha de depositar en aquellos que realmente tienen nuestra confianza. Por eso si no la tienen no les votes.
Demócrata convencido pero desilusionado, vuelve a ilusionarte, los jóvenes tienen futuro y no estamos dispuestos a sacrificar ninguna generación como pretenden algunos políticos. La sociedad vuelve a estar viva y es signo de esperanza en que triunfará la perpetua lucha por la dignidad, por ser iguales, por la especie y por el planeta.
Porque no somos mercancía en manos de políticos y banqueros
El dia 15 de mayo toma la Calle!!
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